Un paseo de seis años en Colombia
Escrito por: Luisa Cortes, Isabella Golú y Alejandra Cuenú, estudiantes de la UNIAJC
Entre pequeños chistes divertidos y una mirada con profunda tristeza Ronald José Campos Márquez contó su gran paseo por Colombia. “soy hombre fuerte y valiente por todo lo que he pasado” manifestó. Y a la vez ha sido golpeado por las adversidades del país, especialmente en la ciudad de Cali.
En medio de brisas y un día frío, Ronald Campos no pierde las esperanzas de volver a su país para rencontrase con sus 4 hijas, su madre y sus demás familiares. El amor fue que le arrebató su vida en su país natal Venezuela. Convirtiéndose en un habitante de calle en la ciudad de Santiago de Cali.
Decisiones
Las drogadicción ha sido el pecado del venezolano de 36 años. La decisión de venir de vacaciones a Colombia le costó su familia y, por ello, ahora debe dedicarse a ser reciclador y es habitante de calle. «Anhelo poder estar con mis hijas», dijo.
En el día recorre las calles del Bulevar del Río, con una barba mal cortada, su piel con cicatrices, un bolso que se amarra a su cintura y su sonrisa todo el día. Hasta que cae la noche y busca cualquier lugar para dormir y se pueda arropar con lo que encuentre. “Una habitación me cuesta $15.000 mil pesos, solo para pasar una noche, a veces bañarme y si no es en la habitación me toca ahí en el banquillo que queda al frente de la panadería” dijo Ronald con una voz entre cortante, cuidándose de cualquiera llegue a robarle lo poco tiene, ya que dormir en una habitación solo pasa muy pocas veces.
Amargura
Esta amargura inicia el día que Ronald decide viajar a Cúcuta a pedir ayuda ya que tenía una bala incrustada en una de sus rodillas y comprar unas cosas para regresarse a Venezuela, pero en su camino se le cruzo una bella mujer la cual hizo que el decidiera venir a Cali. Ya estando aquí comenzó como reciclador dado a que en Venezuela no había este trabajo, se le hizo algo fácil “algo que nunca en mi casa hacía, porque mi mujer era la que se encargaba de la basura” comento. Ronald comienza a hacer uso de sustancias psicoactivas “No sé por qué uno lo hace, porque no tiene ningún sentido de vida” “en la calle todo es una ilusión” Dijo Ronald con sus propias palabras.
Tiempo después de llegar a Cali una moto lo arrollo y duro dos años en un hospital, en el cual le tuvieron que poner tornillos “Es muy difícil porque por esto no he podido regresar a mi país por mis propios méritos” dijo Ronald.
Rehabilitación
Estuvo internado un tiempo en un centro de rehabilitación en el cual duro un año y salió con su pierna en mal estado de aquel lugar, ya que le empezaron a cobrar un dinero que Ronald no podía pagar. Desde ese momento no sabe qué es recibir medicamentos para su pierna, sigue deambulando por las calles del centro con los clavos en su pierna, sintiendo el dolor y sin quejarse de nada sigue su camino con una sonrisa y con la esperanza de volver a Venezuela junto a sus hijas y familia.
La llamada de la felicidad
Su madre Marisol Márquez, el pasado miércoles 08 de octubre del año 2024 a las 11:20 am, recibió una llamada inesperada, al volver a escuchar la voz de su hijo: las primeras palabras que salieron de ella fueron “mi chiquito hermoso, cómo estás mi amor”. Ronald dijo “bien, bien pero no la había llamado porque donde estaba trabajando me sacaron”
Marisol manifestó “sus hijas están bien, recientemente una tuvo bronquitis, pero ya eres abuelo”. Actualmente tiene un nieto del cual no sabía, conteniendo las lágrimas Ronald le dijo a su madre que “me encontré con unos angelitos que me vieron caminando por ahí, quisiera pasar esta navidad junto a ustedes, pero no les puedo prometer algo que no puedo cumplir”, manifestó.
Su madre le dijo al despedirse “Dios te bendiga, le oro tanto a mi Dios para que me lo guarde y lo proteja por allá en esa ciudad y país donde está, me lo cubra con su santo manto y le cubra su alimento, su calzado, su vestir y todas sus necesidades hijo, te amo mucho”. Después de esta conversación Ronald siguió su camino ,con sus ojos decaídos, pero mostrando siempre una sonrisa.