Sin límites: Jaime Calad, el santandereano que encontró la felicidad en Cali
Publicado por: Eslendi Castillo, Jimena Agudelo y Juliana Carabali, estudiantes de la UNIAJC
Ubicado en el Parque de los Poetas, en el centro de Cali, y con un triciclo en el que se desplaza debido a una discapacidad física que le impide la movilidad, el santandereano Jaime Calad, de 76 años, siempre se muestra sonriente, con una mirada brillante y determinada, buscando atraer clientes mediante su forma de trabajo: vendedor de boletas de lotería.
Calad tiene problemas de movilidad desde los dos años. Sin embargo, cuando tenía un año pudo dar sus primeros pasos, pero a sus 2 años de vida se le empezó a secar el pie derecho y un vecino le dijo a su mamá que él tenía una enfermedad muy grave. Pese a ello, su progenitora contestó con un no, que con yerbas se sanaba, pero no fue así.
Tiempo después se le fue secando el pie izquierdo y por ello tomó medidas: lo llevó al médico, pero le dijeron que ya era demasiado tarde dado que lo diagnosticaron con ploriomeritis, una enfermedad que se desplazó rápidamente por su cuerpo, dejándolo sin movilidad en los pies. «Le dijeron a mi mamá que agradeciera porque no todo el mundo tiene la oportunidad de salvarse, muchos solo quedan con el ‘tronco'», recuerda.
El santandereano confía mucho en la frase «la fe mueve montañas», por lo que le pidió el favor a su madre que lo metiera a estudiar y ella accedió a la petición de su hijo cuando tenía 11 años. De los casi 200 estudiantes que había en ese entonces en la institución educativa, «yo ocupaba el primer puesto», dice orgulloso.
Aunque un año después la vida volvió a cambiarle, debido a que tuvo que dejar el colegio por petición de su madre. Calad era el que cuidaba la casa mientras sus padres laboraban en el campo. Por ello entró en depresión: «Menos mal el estudio abre los ojos y la mente a cualquier persona», expresa.
En ese tiempo aprendió a contar, sumar, multiplicar, entre otros. «Si hubiese seguido estudiante, ya sería un profesional porque mi mente va más allá que pensar en mi discapacidad».
En busca de sueños
Jaime Calad se fue de casa en busca de sus sueños. En ese tiempo, se enamoró de una mujer con la que vivió 40 años y tuvo dos hijos, pero falleció por una diabetes. Entre ambos lograron sacar adelante a su familia. «Les dimos la primaria y el bachillerato, de ahí para allá les ayudé a conseguir trabajos y actualmente son profesionales. Mi hijo es ingeniero industrial y mi hija es administradora de empresas y contadora pública.
Los hijos de Jaime heredaron su resiliencia, trabajaron fuerte para poder pagarse la universidad y también lograr ayudar a su padre, quien es el motor para ambos.
Jaime en estos momentos se encuentra viviendo solo, pero dice que sus hijos nunca lo desamparan, que el con sus boletas se entretiene porque si se va a encerrar a la casa lo sale matando el encierro. “Solo trabajo de lunes a viernes”, el fin de semana lo pasa con sus hijos y su hermosa nieta.
Los gestos de Calad reflejan su personalidad y carácter. Sonrisa amplia y genuina cuando interactúa con clientes o habla de su trabajo, ojos emotivos y atentos cuando escucha a alguien. Siempre utiliza una postura erguida y confiada, incluso cuando está sentado, sonríe y se reclina en su silla después de una venta exitosa y si no lo es igual agradece a Dios.es un hombre con una mentalidad increíblemente positiva.
Vivir con discapacidad puede ser un desafío diario, pero para Jaime no ha sido un implemento para alcanzar sus objetivos. A pesar de las dificultades, ha encontrado una forma de superarse y triunfar en un mundo que a menudo parece estar en contra.
“Siempre sean disciplinados y vayan por el camino derechito, uno siempre tiene que mirar para delante no para atrás, Dios siempre nos ilumina a todos y recuerden que los obstáculos son mentales”, concluye.