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La vida es una pose

Por: Anyela Villota y Mayerlin Ledesma

El día había caído, pero el cielo continuaba azul y las nubes blancas empezaban a posarse, en la  intersección de la calle décima con carrera 32, frente a la panadería La California. Al costado derecho del semáforo, ante una larga fila de autos, un hombre de traje y sombrero corteja a dama de vestido pomposo y gorro elegante, con movimientos firmes y sincronizados le entrega una rosa, hace una venia y ella por su parte la recibe, mientras mueve sutilmente su abanico, cubiertos por un color cobrizo con destellos dorados, parados sobre dos tarros del mismo color, durante los segundos siguientes inmortalizan la promesa de amor de María y Efraín.

Mientras se ven obligados a aceptar el paso inevitable del tiempo, Carlos Bolivar, con su mirada profunda y una sonrisa genuina, recuerda aquella noche hace 12 años, en Ipiales, Floralba tenía frío y él le ofreció una cobija y desde entonces no ha dejado de abrigarla con su amor.

Los hilos del destino

Floralba vivía en Popayán con su esposo y sus cinco hijos, debido a los problemas en su relación se separaron. Su ex pareja la ayudó a hospedarse en Cali, bajo la promesa de conseguirle un empleo, pero finalmente la dejó sola con los niños en un hotel donde había consumidores y todo tipo de gente. 

-Cuando amanecía yo salía y no quería volver a entrar, y sí me acostaba ya no quería que amaneciera, porque no tenía trabajo, porque no tenía nada- Dijo Floralba con una mezcla de melancolía 

Ante esta situación desesperada, ella tenía dos opciones: ser campanera o trabajar en un bar. Sin embargo, en medio del desconsuelo, la suerte estaba apunto de sonreírle. Un día, un par de artistas llegaron al lugar; pintándolo de vida y arte, la mujer por necesidad más que por gusto, se aventuró como estatua humana al lado de Carlos y sus amigos. Lo que inicialmente parecía ser una respuesta a sus problemas económicos, más adelante se convirtió en una expresión genuina de su ser y un nuevo camino hacia la felicidad.

Sin poder evitar el hilo rojo del destino, juntos emprendieron un viaje de 12 días, pasando por Ipiales, Guayaquil y Quito. Al regresar a Cali, conformaron un hogar. Carlos continuó visitando las ferias y carnavales con su traje de mimo, mientras Floralba posaba como estatua junto a sus amigos en los semáforos.

Un giro inesperado

La artista inició como una dama antigua, con el tiempo Carlos se sumó al acto vistiendo camisa, corbata y chaleco, representando a los españoles. Así salieron a las calles, donde la gente los bautizó como Efraín y María. 

Sin planearlo, terminaron por rescatar la memoria de algunos personajes: los futbolistas, Carlos Muñoz y Otilino Tenorio, Los Angeles, Los Presidentes de Ecuador, El Depredador, Los personajes de la película Coco, Jack Sparrow y los cantantes Julio Jaramillo y Ana Villamil. 

Ecuador fue el país que los vio crecer como artistas, los albergó con gratitud y admiración durante muchos años. Se complació con la versatilidad de la pareja para personificar, con su potencial creativo y su capacidad para transformar material reciclable en elementos de indumentaria. Tan grande fue su impacto que fueron condecorados como artistas urbanos en el país. 

Ahora, regresan a Cali, la ciudad que los vio nacer, para conquistar nuevos públicos a través de su arte.

Un día a la vez

Esos movimientos herméticos y la pintura en sus rostros y atuendos que se había hecho cada vez más rígida con el sol, se hacen dócil bajo la lluvia, toman sus implementos de trabajo y cruzan la calle, aunque la rigidez del arte ha desaparecido, su imagen continúa intacta en el corazón de quienes los ven pasar y les dan un par de monedas.

Para los intérpretes el día a día es incierto, se levantan a las 4 am, organizan el hogar, preparan un café, se arreglan con meticulosidad, aplican su maquillaje y salen con su imagen completa, confiando en la gracia de Dios para el día que comienza. Entre las 6:30 y las 7:10 de la mañana, llegan al semáforo donde trabajan. Cuando la suerte está de su lado, pasan a una panadería, compran dos pandebonos y comen algo antes de iniciar su jornada, pero hay otros días en los que el semáforo está ocupado por otros artistas y deben recorrer las calles buscando un lugar. 

Desafían el ardiente sol durante sus largas horas, mientras Carlos busca refugio en la sombra para resguardarse, Floralba prefiere permanecer sentada en su banco bajo el sol para descansar sus piernas. 

Durante el día lo único que consumen es líquido para estar hidratados, pero Maria se cohíbe evitando ir al baño. Entre el ir y venir de los carros se dan las 6pm, los personajes ansían llegar a casa, saborear un rico plato de comida y disfrutar en familia, al llegar los recibe su pequeño hijo con la gran ilusión de que sus padres hicieron lo del recreo para el día siguiente.

El poder de la inmovilidad

Son las 6pm y aunque ya no están trabajando, sentados junto a la panadería, con su postura rígida y a la vez elegante, atraen la atención de todos. Los transeúntes toman fotos como si Carlos y Floralba fueran figuras en un museo. El intérprete como si un soplo de vida lo hubiera rosado, empezó a moverse y reírse mientras imita al Carlos de sus inicios que seguía con la mirada cada cosa que se le ponía al frente.

-Ahora yo miro fijo, miro todo a mi alrededor, pero no muevo la vista. Por eso cuando la gente me molesta, me muevo; se asustan, gritan y salen corriendo- Comenta Carlos, con gracia.

En una ocasión cuando interpretaban los personajes de la película Coco, se cruzaron con una familia que esperaba a una señora mayor que caminaba con dificultad, apoyándose con un bastón. Al pasar junto a las estatuas humanas, Bolívar se mueve de manera inconsciente, la señora, impactada, soltó el bastón y salió corriendo. 

-Yo dije aquí vinieron a pegarle, ese fue mi mayor susto- Dice la artista intentando contener la risa

Para su sorpresa, la familia les dio un par de dólares en señal de agradecimiento, por hacer caminar a la señora. Hoy es un lindo recuerdo para atesorar por siempre.

En un singular episodio en la alcaldía de Guayaquil, la alcaldesa se vio envuelta en una situación inesperada que capturó la atención de todos los presentes. -Le coloque el sombrero en la cabeza y ella sorprendida, exclamó casi desmayando. Comenta Carlos con una sonrisa inquietante
La alcaldesa le pidió a los periodistas que no difundieran la imagen en redes sociales ni en televisión, una solicitud que fue respetada, y posterior a ello, expresó su encanto por la escena y manifestó su deseo de que los intérpretes representarán sus estatuas para la ciudad de Guayaquil.

Así fue como en un evento dominical, el Centro de Convenciones de Guayaquil se convirtió en el escenario de una experiencia inolvidable. Durante siete horas, estuvieron representando a Papa Noel y Mamá Noela, una labor que sorprendentemente se extendió a 14 horas rompiendo su récord de mantenerse inmóviles. La remuneración por esta extensa jornada ascendió a más de 1000 dólares, lo que superó las expectativas iniciales, convirtiéndo esta jornada en otro episodio memorable para los artistas. 

“El que quiere marrones, aguanta tirones”

Afrontar el despiadado sol que casi parece imposible de vencer, cerrar los ojos y pensar en su familia que los espera en casa. La necesidad de llevar algo a la mesa cada día los impulsa, para los artistas no se trata solo de un trabajo, es una forma de sobrevivir. El maquillaje que los transforma en estatuas humanas les causa dolor de cabeza; les quema la piel, les deja marcas en sus rostros y les acalambra el cuerpo, soportar durante los siete días de la semana esto, es una simbología de su determinación. 

-Mantener los ojos abiertos se convierte en un desafío constante, sin embargo cuando la gente nos ve sin pestañear, piensan que lo hacemos a la perfección-Dice, Carlos

El intérprete quien recuperó la vista tras vivir durante un año en la oscuridad sin comprender porque, ha estado luchando incansablemente por su familia desde entonces. A pesar de enfrentar desafíos constantes, como mantener los ojos abiertos bajo el sol, los artistas continúan ofreciendo su arte en las calles de Cali.

En cada gesto congelado, en cada mirada que busca  el contacto efímero con el transeúnte, las estatuas humanas de la ciudad revelan algo más que una representación de memorias que hicieron historias. Carlos y Floralba cada uno traza pinceladas de eternidad en las calles bulliciosas de Cali, recordándonos el esfuerzo humano y la fuerza de Dios, que los ha llevado a detener el tiempo y  capturar en su quietud el arte de la ciudad y sus habitantes. 

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