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Francisco Caicedo: un tinterillo en el corazón de Cali

Escrito por: Lina Sofia Chalapud Pantoja, Flora Dajome y Laura Isabel Montes, estudiantes de la UNIAJC

En el corazón del centro de Cali, en el puesto número #33, se encuentra Francisco Caicedo, a quien se le ha atribuido este número por la asamblea de asesores tributarios, este número lo ha acompañado alrededor de 56 años de su carrera. Caicedo es alguien que con su sonrisa y su amabilidad recibe a las personas para ayudarlas en sus procesos legales, él no se encuentra solo en el lugar, ya que  junto a él están sus colegas que son conocidos como los Tinterillos del Parque de los Poetas. 

En este lugar se reconocen alrededor de ocho puestos, donde los asesores llegan a este rincón y se alistan para emprender un nuevo día ayudando a la gente, informando a las personas con sus cartas y haciendo que sus problemas económicos se resuelvan en sus máquinas de escribir; este oficio fue bastante fuerte como la corriente del río Cali en nuestro presente. Aunque, con el tiempo se desvaneció entre el sonido del comercio en nuestro bello centro. 

La niñez de Francisco 

Todo comenzó en su pueblo natal Tumaco, Nariño, cuando su madre se decidió por ir a vivir a Cali en busca de mejores oportunidades para ella y su hijo, en ese momento se le llamaba el ‘sueño caleño’. Caicedo recuerda su pueblo como un lugar rico en naturaleza y frutos exóticos, donde disfrutó gran parte de su niñez con sus amigos más cercanos.

Caicedo recuerda con amor y nostalgia, con una voz un poco temblorosa los lugares a los cuales iba a divertirse con sus amistades y familiares. Se iban a jugar a los sitios maravillosos de aquella época, de los ríos como Tres Tablas, El Ortiz y La playa del Morro. La escultura de La Madre Muerta era su brújula rumbo a casa, la que siempre se topaba y ahora la revive en sus pensamientos al relatar su historia.

“Uno de los lugares que más visitaba con mis amigos era el Morro, luego de una de las tantas agotadas tardes de juegos, acostumbrábamos a descansar en la cálida arena, conciliando así un pesado sueño, lo único que nos despertaba era la marea, el agua llegaba hasta donde nos encontrábamos y como muchas veces humedeciendo nuestras prendas de su salada agua, con esto nos levantábamos y ya se sabía que era hora de regresar a casa”.

Caicedo adoraba agarrar cangrejos cerca al aeropuerto, ya que allí se encontraban con más facilidad. Cuenta como disfrutaba comer icaco, esta es una fruta parecida a la ciruela pero de un tono amarillo.

Su vida en Cali

Estudió el bachillerato comercial hasta noveno grado, donde le enseñaron mecanografía, tipografía y caligrafía. Tuvo una adolescencia tranquila y agradable junto a su madre.

“Mi infancia fue como la mayoría de la gente pobre, teníamos carencias en mi hogar, pero nunca faltó el amor de mi madre”

Francisco Caicedo trabajó unos años en CaliWood y tuvo otros trabajos donde él se sentía bien. No obstante, por cosas del destino salió de dichos oficios y así fue como empezó a laborar como un asesor tributario; en los años 80 se encontraban en la Plaza de Caicedo, sacaba su banco de madera, pupitre y su sombrilla de colores, para sentarse y ayudar a las personas por unos cuantos pesos; que realmente con los años estos centavos se fueron transformando en algo más grande, ya que los Tinterillos tomaban más reconocimiento. Seis años después cambiaron de ubicación al Parque de los Poetas. 

En 1983 se crea la asociación de asesores tributarios, donde Francisco Caicedo participó como co-director, esta contribución les favoreció para darles los subsidios que necesitan y que como trabajadores merecen. Caicedo trabaja fuertemente bajo los rayos del sol y el calor de Cali, el ruido de la calle y los peligros que acechan en esta zona de la ciudad, pero constantemente labora con dedicación y honestidad, siempre poniendo su nombre por lo alto.

Entre lo bello y lo complejo de su empleo, hay una pequeña línea en la que ha vivido ciertas experiencias que le han marcado su vida. Una de ellas, la más compleja; fue aquella vez en la que le pidieron un trabajo sencillo, hacer una carta, algo que ya estaba acostumbrado a realizar. En el momento en que escribía se dio cuenta que no era un trabajo honesto como los que solía hacer, sino, una carta de extorsión. 

Caicedo muy firme en sus principios y valores enseñados por su madre, rechazó totalmente este trabajo, incluso cuando le ofrecieron el doble de lo que él pedía por hacer la carta, este hombre de buen corazón no permitió relacionarse con este indecente trabajo, tampoco aceptó que otra persona saliera herida. Justo después de él haber rechazado  hacer esta carta, atraparon al delincuente, ya que los policías venían persiguiendo las huellas y pistas que dejaba ese hombre.

Así como Francisco Caicedo hay otros Tinterillos que buscan continuar ayudando a las personas en estos procedimientos. No obstante Caicedo menciona que “En este siglo es difícil seguir teniendo este oficio, puesto que la tecnología está haciendo el trabajo mucho más fácil a las nuevas generaciones.”  Francisco apoya el avance tecnológico y desea continuar en el trabajo el tiempo que pueda antes de que se concluya esta labor.

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